La función política del coronavirus

Lo más sorprendente del coronavirus es su capacidad para desquiciar la lógica política y poner patas arriba todos los escenarios previstos. A diferencia de la guerra, que en medio de la barbarie no impide que afloren intereses y objetivos identificables y predecibles, la pandemia no permite vislumbrar ni actores ni juegos de poder.

Por Juan Cuvi para http://www.planv.com.ec

El virus es una amenaza impersonal, incorpórea, irracional e incierta que, no obstante, provoca impactos muy concretos en la sociedad. El colapso sanitario en innumerables países es uno de ellos.

Quizás el efecto más inmanejable de la pandemia sean las limitaciones que impone al ejercicio convencional del poder. Hoy, el acto de mover fichas, hacer jugadas maquiavélicas o interponer intereses particulares en las decisiones públicas requiere de criterios inexplorados e improvisados, pues el factor sanitario se ha vuelto incontrolable. Nunca antes habíamos experimentado algo parecido. Veamos algunos ejemplos.

Boris Johnson está conectado a una máquina de oxígeno luego de haber reculado desde la total irresponsabilidad al pánico. Cynthia Viteri está atada de manos en un momento crucial para su carrera política; de la prepotencia más rampante tuvo que recular a la resignación, sometiéndose por enésima vez a la tutela patriarcal de Jaime Nebot. Paúl Granda, quien vio en la dirección del IESS una plataforma para levantar una eventual candidatura del oficialismo, naufraga enredado en una maraña de mascarillas con sobreprecio.

Los correístas acaban de confirmar que sus planes para caotizar el país encontraron su tope en la emergencia sanitaria; el panorama electoral y judicial que les espera luce apocalíptico. Algunos empresarios, contra toda recomendación epidemiológica, exigen levantar la cuarentena para reactivar sus negocios privados. Rafael Correa afirma que Jaime Nebot, como un moderno templario, es el único capaz de liderar la cruzada contra el engendro de oriente; ¿qué le habrá ofrecido el exalcalde de Guayaquil para que se olvide de los crímenes que se le imputan en los informes de la Comisión de la Verdad que él mismo conformó?

En semejante despelote, se abren las puertas para propuestas más coherentes con los derechos y realidades de la población. Las organizaciones sociales tienen una inmejorable oportunidad para disputar las orientaciones políticas del gobierno desde una postura radicalmente democrática.

El colapso de los planes puede volverse una constante en los próximos tiempos. Las declaraciones de altos funcionarios del gobierno son un listado de imprecisiones y acertijos. Varían en función del coronavirus, mientras el país sigue en una deriva incontrolable. Un simple microorganismo marca los tiempos políticos del Ecuador.

En semejante despelote, se abren las puertas para propuestas más coherentes con los derechos y realidades de la población. Las organizaciones sociales tienen una inmejorable oportunidad para disputar las orientaciones políticas del gobierno desde una postura radicalmente democrática.

El modelo de la alimentación, por ejemplo, es un tema fundamental para discutir. Demostrar que los sistemas de producción y consumo locales no solamente son viables, sino que pueden ser más exitosos que los grandes emprendimientos a la hora de garantizar la soberanía alimentaria de los sectores populares urbanos y rurales, es un desafío apasionante. 

Algo similar ocurre con los sistemas de salud. Si el aislamiento voluntario de las comunidades indígenas demuestra mayor eficacia que las estrategias oficiales, basadas sobre todo en concepciones médico-policiales, se habrá sentado un gran precedente para debatir tanto los fundamentos de las políticas de salud pública como la vigencia de los sistemas de salud ancestral.

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