No habrá trabajo en Tierra Arrasada
“Lxs Jóvenes Enfriamos el Planeta”, este fue uno de los temas abordados en el Taller de Capacitación Sindical Interamérica. Organizado por la Internacional de Servicios Públicos, la Plataforma América Latina Mejor Sin TLC fue invitada para cruzar las temáticas Justicia Climática, Neoliberalismo y Mundo del Trabajo. La actividad se desarrolló en Santiago de Chile, en el marco de la Cumbre de los Pueblos que buscó debatir, junto a la Sociedad Civil, los desafíos colocados para las próximas décadas frente a la huella ecológica que marca este momento histórico.
La lucha por la Justicia Climática también es de clase. El ideario de crecimiento infinito, la destrucción de los bienes comunes para satisfacer la demanda por productos y, por ende, el aumento en el nivel de consumo y la liberalización económica no se divorcian de las demandas de trabajo y empleo; al revés, el aumento de la competencia y el despojo de los territorios ejercen una presión importante sobre los niveles de salario y las condiciones de trabajo. Asimismo, el Sur Global —donde se encuentran enormes zonas de sacrifico— es la región más golpeada por las consecuencias del actual modelo de producción y acumulación.
Frente a la imposibilidad, incluso metabólica, de mantener y replicar el modelo occidental de producción y consumo, los flujos migratorios tienden a aumentar. El mundo se enfrenta con refugiados climáticos y del hambre que, más allá de ser sometidos a las duras medidas adoptadas por los países llamados desarrollados para impedir su ingreso, también se ven obligados a trabajar en condiciones análogas a la esclavitud.
El avance de megaproyectos contaminantes como la minería, ofrecen puestos de trabajo en condiciones insalubres que afectan a la salud de los trabajadores y también hace recaer sobre las mujeres el trabajo del cuidado —no remunerado— de los enfermos. Estas empresas mineras también utilizan mecanismos de descentralización de actividad, que es lo que les permite ser competitivas en el mercado, y para esto contratan a través de la intermediación laboral y la tercerización. Esta externalización de servicios laborales implica flexibilización y vulneramiento de los derechos de las personas trabajadoras. Al cerrar sus actividades, las mineras dejan ambos, territorios y cuerpos, arrasados.
En un momento de necesidad de avance en las medidas para frenar el calentamiento global, los acuerdos de libre comercio aparecen para profundizar el escenario de crisis ambiental. Irrespetando las recomendaciones de la ONU, estos acuerdos comerciales —que tienen su más evidente desinterés por la cuestión ecológica traducido en la reciente negociación entre Mercosur y Unión Europea— son una amenaza a los pequeños productores y a las economías locales. Sin embargo, también significan desempleo y precarización de la vida, una vez que no absorben la mano de obra local y desplazan a las poblaciones del campo. La implementación de la agricultura industrial y el uso intensivo de agrotóxicos para atender a las demandas de los mercados son, además, una respuesta que va a contramano de todo los esfuerzos necesarios para garantizar que se enfríe el Planeta.
Frente al desmonte de los Bienes Comunes, los jóvenes sindicalistas pueden contribuir para un cambio de paradigma que ponga en agenda la necesidad de reivindicar los Derechos Sociales y la Justicia Climática como una forma de garantizar un futuro laboral digno para las próximas generaciones, porque no habrá trabajo en tierra arrasada.