Enrique Daza: “El tratado con la UE profundizó la exportación de productos básicos”

El director del Centro de Estudios del Trabajo (CEDETRABAJO) analizó los impactos del acuerdo entre Colombia y la Unión Europea, a ocho años de su implementación.  Concentración de la canasta exportadora, déficit comercial e impacto nulo del capítulo sobre desarrollo sostenible son algunos de los principales resultados.

A continuación, compartimos entrevista con Enrique Daza, Director de CEDETRABAJO.

¿Qué balance haces a ocho años de la entrada en vigor del tratado entre Colombia y la Unión Europea?

La relación de Colombia con la Unión Europea ha estado basada en la exportación de minerales como carbón, níquel y petróleo. Es decir, lo que podríamos denominar productos minero energéticos. También en la exportación de algunos productos agrarios básicos, sin mayor valor agregado, como ser el banano, las flores y el café. Por eso, en contra de lo que se había pronosticado respecto a que iba a haber una diversificación del comercio, lo que se profundizó fue una especialización en esos productos básicos. Fueron muy pocos o prácticamente inexistentes los productos nuevos que Colombia llegó a exportar, tanto agrarios como industriales.

El problema con los productos básicos, especialmente los agrarios, es que la Unión Europea tiene unos estándares sanitarios que podríamos denominar barreras no arancelarias. Es decir, para ingresar un nuevo producto, diferente a los tradicionales que se han venido exportando, existe un proceso sumamente complejo y engorroso que tiene que ver con reglas de etiquetado, medidas sanitarias y fitosanitarias. Esto hace que para Colombia hayan sido muy pocos los nuevos productos agropecuarios que lograron ingresar al mercado europeo.

Eso ha determinado que nuestro país pase de tener un superávit comercial antes del tratado, de varios miles de millones de dólares, a tener hoy un déficit comercial con la UE. Paradójicamente, el tratado comercial en lugar de favorecer las exportaciones colombianas las debilitó y lo que favoreció fueron las exportaciones europeas.

Es decir que no le sirvió ni al sector industrial ni tampoco al sector primario exportador 

Claro, porque muchas exportaciones primarias no dependen del tratado de libre comercio sino de los ciclos económicos internacionales. En productos como el carbón, el petróleo o el níquel el tratado no define nada. Eran productos que ya llegaban a Europa desde antes y cuya dinámica no estaba regida por los parámetros definidos en el tratado sino por la estrategia de las multinacionales para abastecer sus cadenas productivas.

La idea que se promovió de que se exportarían nuevos productos y más elaborados a partir del tratado, no ocurrió. Simplemente se mantuvo la exportación de commodities, que siguió los ciclos del mercado internacional.

Ahora, Europa está lejos de Colombia, así que hay costos de transporte que hacen que se encarezcan los productos colombianos. Digamos que, si Europa está pensando en comprar bananos, le es más fácil comprarlos en África o en las Islas Canarias, que están mucho más cerca y en su órbita de influencia. Y eso vale para muchos productos tropicales, en donde Europa tiene abastecedores, más cercanos y dentro de su radio geopolítico. Frente a eso, lo único que podría hacer Colombia es competir con esos proveedores con precios más bajos.

Se trata de una competencia entre un país con poca productividad, mano de obra barata y costos de transporte altos, con otros países que tienen producciones de escala y que están más cerca de Europa.

Hoy existe un déficit comercial con la Unión Europea, ¿en qué sectores impacta con mayor dureza?

En primer lugar, en todo lo que tiene que ver con exportaciones agrícolas. Son muy pocos los productos agrícolas nuevos que han llegado a la UE. La canasta exportadora de Colombia es muy frágil, muy débil y con poca capacidad de ofrecer productos con la calidad o los estándares que necesita el mercado europeo.

Es muy difícil, por los requisitos sanitarios, fitosanitarios, de empaquetado, y todo lo que son aspectos de medidas, pesos, calidades. Colombia no tiene el volumen ni la calidad necesaria para competir con otros países que ofrecen mayores volúmenes y calidades estándar y que tienen una relación histórica con la UE. Ese es un punto importante en cuanto a los productos agrícolas.

En los productos industriales prácticamente Colombia no vende nada, porque lo que vende son artesanías y pequeñas manufacturas sin un valor agregado importante. La estructura comercial básica no solamente no mejoró, sino que se deterioró. Y aumentó el volumen de importaciones, pero no el de exportaciones. En este momento tenemos un déficit enorme con la UE.

¿Hay aspectos no comerciales donde se puedan ver efectos positivos?

El tratado con la Unión Europea incluyó un capítulo sobre Desarrollo Sostenible, que supuestamente tenía el objetivo de prevenir la violación de los derechos humanos, los derechos laborales y los impactos ambientales del tratado. Los sectores verdes en la UE, preocupados además por la violencia en Colombia, pusieron como condición que hubiera ese tipo de capítulos.

Eso ha sido de las cosas más inútiles. Después de que se suscribió se acordó una hoja de ruta, en la cual el gobierno colombiano se comprometía a dar una serie de pasos con miras a garantizar derechos laborales y derechos humanos. Por ejemplo, debía aceitar la negociación colectiva, aumentar la cantidad de inspectores laborales, cumplir los estándares laborales de la OIT, proteger los DD.HH., no propiciar la deforestación. Se trata de cosas positivas, lo que sucede es que es un capítulo que “no tiene dientes”. Si se incumple no pasa nada porque no tiene mecanismos sancionatorios, no tiene multas ni ninguna herramienta para que se implemente. Esto se ha convertido en motivo de burla. Porque en Colombia los derechos laborales se han venido perjudicando.

Si los sindicatos o las organizaciones ambientalistas quisieran apoyarse en el tratado para defender sus derechos ¿podría ser una herramienta útil?

Lo que sucede es que, como el tratado no afecta al conjunto de las relaciones laborales sino a las de aquellos sectores vinculados a él, lo que impediría sería deteriorarlas diferencialmente, en los sectores donde hay comercio con la Unión Europea. Pero lo que sucede es que, si las relaciones laborales en lugar de deteriorarse diferencialmente se deterioran globalmente, no se está violando el tratado.

Por ejemplo, si una multinacional reduce el salario de sus trabajadores a la mitad, y es de origen europeo, eso chocaría con las definiciones del tratado. Pero si el gobierno nacional reduce a la mitad el salario de todos los trabajadores colombianos eso no choca con el tratado. De manera que ni siquiera es una herramienta útil para habilitar una denuncia o activar la solidaridad con los sindicatos europeos.

Lo mismo sucede con el tema ambiental, porque lo que el gobierno colombiano se compromete es a cumplir los tratados ambientales que hayan sido firmados. Esa no es una obligación que surge del tratado sino un compromiso del gobierno. La mayor parte de los tratados no son vinculantes, no tienen recursos. Uno esperaría que la UE destinara recursos para garantizar el cumplimiento de esos requisitos ambientales, laborales y de DD.HH. pero no se destinan recursos para ello.

¿Existen aspectos no comerciales que restringen la política económica colombiana?

Claro, el tratado tiene veintipico de capítulos de los cuales solamente tres o cuatro son comerciales. En él se definen cuestiones en materia de propiedad intelectual, de compras públicas, etc. Las definiciones sobre esos temas condicionan la política económica.

Durante la pandemia, el manejo de las patentes y las vacunas, el respeto a las patentes y los derechos de los laboratorios farmacéuticos hizo que se aceptara todo tipo de condicionamientos lesivos. Los tratados velan fundamentalmente por los intereses de las multinacionales.

¿Influye el acuerdo en la producción de alimentos para el mercado interno?

Hay algunas áreas donde es sensible la influencia, por ejemplo, en los lácteos y quesos. En estos sectores la UE es una potencia, a pesar de que EE.UU. también. Y todo lo que refiere a licores, embutidos, carnes procesadas, enlatados, etc. Hay áreas como los quesos y los embutidos en los cuales hay una llegada de productos europeos que desestimula la producción nacional, que podría ser importante.

¿Qué enseñanzas consideras que dejan los impactos negativos del tratado para países que están a las puertas de un tratado con la UE, como los del Mercosur?

En el caso del Mercosur puede ser particularmente grave porque sus países tienen una producción de cereales, carne y leche que compite con la producción europea. Ahí puede darse una situación peligrosa. El sector lácteo o el sector ganadero pueden ser perjudicados.

Por otro lado, algunos países del Mercosur han tenido un mayor desarrollo industrial. En ese sentido un tratado con la UE puede poner en peligro sectores enteros de la producción industrial automotriz, metalmecánica, plástica, y de cierto tipo de confecciones. Para el Mercosur puede ser incluso más grave que para Colombia, porque tienen un mayor desarrollo relativo, industrial y agrario.

Por otro lado, la UE ha venido avanzando en incorporar el tema de inversiones dentro de sus tratados. Si no está establecido va a estarlo muy pronto. Los TLC van a incorporar un capítulo de inversiones, que es uno de los más lesivos de los tratados. En el futuro va a ser muy polémico el tema de la propiedad intelectual. Es un tema que en este momento se ha puesto muy al orden del día con el tema sanitario.

Por último, ¿qué análisis haces del acuerdo entre Colombia y Corea del Sur?

En el caso de Corea Sur se presentó una cuestión más grave. Es que ese tratado pondría en peligro la poca industria automotriz de Colombia, hasta el punto que numerosos empresarios de esa industria y de la rama autopartes se opusieron vehementemente al él.

Porque la pequeña capacidad ensambladora y todo lo que implica en materia de empleo y de relación industrial está en peligro por la llegada de carros hechos en Corea del Sur. Eso puede ser válido también para ciertas áreas en las cuales la industria coreana tiene una particular fortaleza.

Por otro lado, las expectativas de compras por parte de Corea del Sur eran prácticamente nulas. Porque si yo fuera coreano y tuviera que comprar carne de pollo o vacuna, pues la puedo comprar en Australia, en China, en la India, pero comprarla en Colombia es un imposible. Colombia no puede producir bienes agrícolas a precios competitivos. Entonces, la perspectiva de que Corea se vuelva un comprador importante para Colombia es muy marginal.

Deja un comentario